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Crítica de Dogman: un viaje hacia la Italia más dura

Matteo Garrone (Gomorra) se vuelve a adentrar en la más cruda realidad italiana con Dogman, su nuevo filme. El director afirma que empezó a escribir el guion incluso antes que el de Gomorra, la película que lo puso en el mapa internacional. Esta nueva historia está inspirada en un suceso real que ocurrió en los años 80 y tuvo mucha atención mediática por parte de los sectores de la prensa más sensacionalistas. Es cierto que se cambian muchísimas cosas con respecto a la realidad, como bien afirma Garrone, sus películas son fantasías sombrías por mucho que estén inspiradas en sucesos reales. El director ha conseguido obtener la atención de diversos festivales, entre ellos el de Cannes. Ya en 2008 Gomorra fue galardonada, en esta ocasión es la actuación del actor principal de Dogman la que ha conseguido el reconocimiento.


Dogman cuenta la historia de Marcello (Marcello Fonte), dueño de una peluquería canina. Como el resto de personas del barrio en el que vive, su situación económica es cuanto menos delicada, por eso Marcello vende droga a algunas personas del barrio para intentar aumentar sus ingresos. La vida de Marcello se complica cuando Simoncino (Edoardo Pesce), un delincuente local y cocainómano empedernido, lo arrastra a una situación comprometida.


El foco central del filme siempre es Marcello. La película empieza con él lavando un perro que se resiste a ello e intenta morderlo cada vez que se acerca un poco, al final el protagonista consigue domarlo. Esta escena sirve como reflejo de la propia relación entre Marcello y Simoncino. El director sabe muy bien cómo humanizar al personaje para que el espectador consiga entrar en el mundo de la película y, más específicamente, en su situación personal. Las relaciones que mantiene Marcello con su hija y con los perros son claves para saber que es un persona con un gran corazón. Siempre que puede sueña con viajar con su hija a lugares lejanos, al final siempre acaban haciendo submarinismo en el mar que está al lado de su barrio. En estos momentos la película consigue transmitir mucha paz gracias al alargamiento intencionado de estas escenas. La relación que mantiene con los perros es muy especial, en una de las mejores escenas de la película Marcello se arriesga y salva a un canino que de no ser por él habría muerto.


El actor elegido para interpretar a Marcello realiza un trabajo excelente. La historia detrás de su descubrimiento también es muy interesante: Marcello Fonte era un conserje de un centro social al que le interesaba el teatro, pero no era ni mucho menos un actor profesional. Su actuación es simplemente magnífica, es una de estas interpretaciones contenidas en la que el actor no tiene necesidad de exagerar demasiado sus intervenciones. El físico de Fonte, sin lugar a dudas, también le ayuda a interpretar el papel. Ese físico débil en apariencia y esos ojos caídos permiten que el personaje sea visto como una persona indefensa ante Simoncino.


Al igual que acertaron con la elección de Fonte, también lo hicieron con la de Pesce como Simoncino. En este caso el aspecto físico también es tremendamente importante para hacerlo un personaje intimidante. El director ha afirmado que ve a ambos personajes como víctimas de las circunstancias. Ambos se necesitan mutuamente, sin embargo el personaje de Pesce lo único que consigue es generar odio en el espectador. Marcello tiene oportunidades de dejarlo morir, pero nunca lo hace porque al igual que los perros a los que cuida, Marcello es leal a las personas y tiene la esperanza de que algún día pueda amaestrar a Simoncino.


Si algo usa bien el director son los planos generales. En muchas ocasiones el barrio en el que vive Marcello cobra muchísima importancia visual en el plano, los ojos se dirigen a la pobreza que rodea a Marcello, a los edificios que parecen inacabados y necesitan ser pintados. Garrone sabe que los alrededores desempeñan un papel fundamental en la motivación del personaje de Marcello, quien está harto de vivir en esa situación. También consigue crear de forma muy eficaz un universo aislado, parece ser que en ese barrio no hay ley, el que manda es el más fuerte.


En conclusión, Dogman es una película que explora profundamente a su personaje principal y que muestra cómo incluso las personas más inocentes tienen un límite. No es una película sobre venganza, Marcello simplemente quiere que lo respeten y al final se mete en una situación de la que es difícil salir.

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